"Brasil 2014 mostró la épica de la normalidad: al final, gana Alemania
Reflexiones de un escritor futbolero. Fue una fiesta a medida de la FIFA: “No hubo negros en las tribunas” y triunfaron los europeos.
Escribe el mexicano Juan Villoro en el escenario de la pasión.
En su atribulada historia, Alemania ha aprendido que lo importante no es ganar la guerra sino la posguerra. La final contra Argentina fue un equilibrio de la tensión hasta que en el minuto 22 del tiempo complementario Götze bajó el balón con el pecho y remató de volea para marcar uno de los mejores goles del Mundial.
El cronista Nelson Rodrigues pedía al Brasil de Pelé que no exagerara con golazos en los partidos previos al Mundial. Ostentar la fuerza indigna a los dioses del fútbol. Después de arrollar 7 a 1 a Brasil, Alemania alimentó las esperanzas de los apostadores, pero despertó las sospechas de quienes saben que no conviene mandar toda la carne a la parrilla antes del banquete decisivo. El que dispara mucho en un partido tiene poca munición para el siguiente.
A lo largo del campeonato, la Mannschaft fue un equipo satisfactoriamente bipolar. Avasalló a Portugal y Brasil, presuntos grandes equipos, como si participara en un entrenamiento o en una exhibición de fútbol de playa; en cambio, sudó la gota gorda para vencer a naciones sin pedigrí, como Ghana, Estados Unidos y Argelia.
En la final, Argentina invitó a los alemanes a tener el balón, sabiendo que las posesiones dilatadas desesperan a un equipo enamorado de la verticalidad, y aguardó la oportunidad del contragolpe. Al menos en tres ocasiones la albiceleste tuvo el gol en los botines de Higuaín, Palacio y Messi. Pero el tesón y el orden se impusieron a los alardes individuales argentinos.
Por primera vez una selección europea se corona en América. El hecho de que Argentina no levantara la copa alivia un poco la pesadilla brasileña y evita las especulaciones teológicas sobre la comunicación directa del Papa con Dios. Aunque Ratzinger se encuentra en el banquillo, Bergoglio no hizo valer su titularidad.
La fortuna, el árbitro y los ángeles no participaron en un partido ganado desde el esfuerzo. Alemania controló la pelota sin apelar a la inventiva. No les hubiera molestado ser campeones del mundo con un tiro de esquina.
Por su parte, Argentina mostró un espléndido cuadro bajo y esperó que Messi hiciera un milagro de la media cancha en adelante. Con Di María lesionado, la “Pulga” debía actuar de enganche y falso extremo. En cada intervención, demostró que nadie más tiene ese control de la pelota, esa capacidad para cambiar de ritmo, ese sentido del dribling, esa puntería para ajustar los disparos cerca del poste. Estas inmensas virtudes carecieron de acompañamiento y no alcanzaron a inventar un prodigio.
Desde que se adoptó el recurso propuesto en 2002 por el periodista argentino Pablo Silva de aplicar spray evanescente para marcar la distancia de los 9.15 metros, se protegió a los tiradores. Brasil 2014 fue el primer Mundial con aerosol. Pero la dádiva de la distancia justa no favoreció a Argentina en la final. Messi sólo dispuso de una falta de último minuto, muy escorada para un tiro franco, y mandó la pelota a las gradas de la desesperación.
Como entrenador, Sabella ha sido como los taxistas de Buenos Aires que hablan el día entero de fútbol y de pronto deben trasladar a varios astros de la cancha. El entrenador argentino llevó su carga con cuidado, sin cometer un error que ameritara multa, pero estuvo por debajo de sus jugadores. Confió demasiado en la superstición de que el “Kun” Agüero y Palacio podían hacer algo y consideró que el medio campo es tierra extranjera: bien plantado en la defensa, su equipo debía mandar balonazos de veinte metros para armar una jugada.
Brasil 2014 representó el triunfo del fútbol de equipo. Alemania volvió a merecer la metáfora de la maquinaria, mientras Argentina esperaba un invento fantasioso, digno de un genio de garage en una novela de Roberto Arlt.
En Sudáfrica, España dominó gracias a los jugadores del Barcelona. En Brasil, Alemania fue una versión reforzada del Bayern München. No es ocioso reparar en que el entrenador del Barça en 2010 y el entrenador del Bayern en 2014 son la misma persona: Pep Guardiola.
¿Puede la épica ser una forma de la costumbre? Alemania ha recorrido las canchas para encarnar esa paradoja.
Brasil 2014 fue una fiesta de la variedad al alcance de la FIFA, lo cual significa que no hubo negros en las tribunas y que al final ganó Alemania. "