NAVIDAD

NAVIDAD

Por estos días, me pregunto que es lo que moviliza a la gente a cambiar sus hábitos y a vestirse de manera diferente al común de los días, a detener sus tareas y festejar, a saborear alimentos especiales y beber a veces en exceso, a modificar el decorado de sus casas, a desesperarse por la compra de los regalos para sus seres queridos, a armar el árbol y colocarle todas las luces de colores que se encuentren y competir con el vecino para obtener el árbol más iluminado y grande del barrio, a reunirse con familiares en grupos más o menos numerosos, y para los pequeños de la casa, hay magia en el aire, regalos, alegría .... y aunque la Navidad es la celebración del nacimiento de Cristo, casi nada de lo que hacemos durante estas festividades tiene la más mínima conexión con la cristiandad y salvo los oficios religiosos, el resto surge de prácticas paganas o son producto del consumismo en que nos encontramos sumergidos. A veces, para justificar se dice que es "tradición", pero sería oportuno saber de donde vienen esas "tradiciones", veamos:

Originalmente, los germanos paganos veneraban al roble. Se intentó convertirlos al cristianismo, reemplazando el roble por el abeto, que tiene una forma triangular y se les explicó a los germanos que las tres puntas del triángulo representaban la Santísima Trinidad y si adoraban a este nuevo árbol no estarían haciendo abandono de sus antiguas creencias, sino que estarían homenajeando a la nueva deidad cristiana y posiblemente agradando a la mayor cantidad posible de dioses, y los germanos entonces aceptaron el cambio y así nació el moderno árbol de navidad.

El árbol tardó en llegar a Inglaterra y en 1789 Mrs. Papendiek propuso un árbol iluminado conforme la tradición alemana, sin repercusión. En 1800 la reina Charlotte, alemana y esposa de Jorge III, propuso instalar un árbol en los aposentos de la reina en Windsor, sin ningún eco. Recién después de 1840 el príncipe Alberto hizo instalar un árbol navideño para la reina Victoria y esta lo aceptó y los imitadores de la realeza, copiaron este hábito y lo extendieron por el país.

A fines del siglo XIX era común la costumbre del árbol de navidad en Escandinavia, el norte de Europa y Norteamérica. Los países latinos se mostraron reacios, debido a que la iglesia católica, a través de los sus misioneros no logró tolerar el origen pagano.

Papá Noel y los renos, es producto del profesor neoyorquino, de literatura griega y oriental Clement Moore.

Antes del poema de Moore "Una visita de San Nicolás", Papá Noel iba de casa en casa a pié o en un caballo blanco.

Seguramente Moore, debió conocer una vieja leyenda finlandesa referente al "Viejo Don Invierno", donde los antiguos lapones creían que con la llegada de cada invierno, una figura mítica bajaba de la montaña con sus renos, trayendo consigo la nieve.

El hecho que sean ocho los renos, es probable que Moore haga referencia al dios teutón Odín, quien montaba un enorme caballo de ocho patas llamado Sleipnir, razón por la cual eligió ese número para la dotación de renos, aunque resulte casi imposible controlar a tantos animales, figuran en el poema con sus nombres: Dasher, Dancer, Prancer, Vixen, Comet, Cupid, Donder y Blitzer.

El pan dulce, es mi preferido, me encanta, no lo saboreo, me lo devoro... pero esta exquisitez tiene sus orígenes en el pueblo celta, donde el dios Dagda, tiene como tarea eterna revolver un caldero con un potaje hecho con todas las buenas cosechas de la tierra. Para imitarlo, los celtas revolvían en un gran bol, una mezcla para asegurar la holgura en el año siguiente. Con el correr de los tiempos a este potaje en un principio solo de cereales, se le fue agregando frutas tales como ciruelas.

Quienes quieran solicitar la ayuda del dios Dagda, deben preparar el pan, revolviendo todos los miembros del grupo familiar, demostrando así que han honrado al dios imitando sus acciones. Se debe revolver de este a oeste, siguiendo el pasaje del sol por el cielo, imprescindible para la maduración de las cosechas , el paso por el fuego representa el calor del sol en la maduración de la cosecha y la rama de muérdago, el florecimiento de la naturaleza. No se debe olvidar guardar una miguita en algún lugar de la casa donde no se pase la escoba, a fin de tener la "semilla" para el año próximo.

Las tarjetas de salutación, son producto de un hombre atareado y enérgico llamado Sir Henry Cole, quien al no poder enviar cartas escritas por su puño y letra a su enorme círculo de parientes , amigos y conocidos, en 1840 pidió que se impriman las tarjetas de salutación, coloreadas a mano y vendidas en Londres al precio de un chelín, y en ese enconces cierto sector puritano, halló a estas tarjetas como de muy mal gusto