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viernes, 10 de octubre de 2014

LA FLOR DE LAS ANGOSTURAS

LA FLOR DE LAS ANGOSTURAS


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Un fresco día de comienzos de agosto, mientras desayunaba en una cafetería cerca de mi casa, hojeaba un diario, leyendo los titulares me encuentro en un obituario que lamentaban la partida de Arminda Santana.
 
Me enteré que Doña Arminda vivía sola - por elección propia - en su casita en la Quebrada de Las Angosturas, provincia de Catamarca, junto a sus animales, sus plantas y sus perros.
 
Los lugareños la llamaban La Flor de las Angosturas. Relatan que era común verla por la Ruta 60 (que une a la Argentina con Chile a través del Paso San Francisco) caminando, juntando leña y saludando con la mano a quien cruzaba o permitiendo con cierta timidez que se le saque una foto.
 
Según los medios, Personal de Vialidad Nacional notó su ausencia y dieron aviso a las autoridades, quienes al entrar a su casa, la encontraron sentada en su sillita junto a su cama, porque su corazón le jugó una mala pasada y había dicho basta.
 
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Doña Arminda caminando por la ruta 60
 
Imagen tomada de FIAMBALA DIGITAL

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Hace unos días, husmeando que hay por los techos de esta parte del mundo, en alturas superiores a los 3000 metros sobre el nivel del mar, anduve por la Quebrada de Las Angosturas, en Catamarca , transitando por la Ruta Nacional Nro. 60. La belleza del lugar conmueve, no se necesitan palabras, solo hay que dejar que los sentidos hagan su trabajo y nuestra alma se sienta mas cerca de Dios.


En un costado de la ruta, la Guia del lugar, me señala una casa y me cuenta que allí vivía Doña Arminda.


Mi pensamiento me lleva a esa mañana de agosto y al obituario del diario. No me es fácil digerir lo que mis ojos ven. Allí quedó su casa, como ella la dejó. Sus animales ya no están, seguramente los han llevado a otro lugar donde poder cuidarlos, pero quedaron sus enceres, quizás sus plantas, quizás alguno de sus elementos cotidianos y se me ocurrió pensar que tal vez una imagen de la Virgen del Valle haya quedado como custodia del lugar.

Coincido con un periodista de  EL ESQUIU y me permito afirmar que el espíritu de Doña Arminda,  libre como el viento debe andar acariciando las cumbres nevadas - con nieve de la eterna -, saludando a quienes como yo, que levantan una mano frente a su casa en un saludo de despedida, mientras mis ojos sostienen un lagrimón que es arrebatado por el viento en el Paso San Francisco para llevarlo a las aguas del río Chaschuil.

Comento esta historia a una amiga.... así se van las buenas personas me dijo. Que así sea.


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3 comentarios:

Fernando dijo...

Caramba, Alma, veo que esta señora era toda una institución en la zona: hasta la guía turística la señaló. Y, sí, me parece un poco triste que muriera sola, sentada en su silla, que sólo el señor que vigila la carretera la echara en falta.

A veces, en Madrid, la Policía entra en una casa y se encuentra el cadáver del dueño, que a lo mejor lleva muerto 1 año y nadie le ha echado en falta.

Agustín Molina dijo...

Era como la Oma de la canción (pero aquella era chaqueña)

Cuántas habrá, por ahí, perdidas en las picadas, o en los cerros!!!

Gracias por compartir la historia!

maria jesus dijo...

Parece que era una persona querida, que pena que muriera sola, aunque fuera lo que ella había elegido.