MI MAESTRA

MI MAESTRA

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Me he tomado un tiempo prudencial para escribir sobre mi maestra, porque la vida a veces nos presenta una de cal y una de arena... y este es el caso.

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Esta fué mi maestra de música, ella fué quien con suma paciencia me enseñó los secretos que guardan los pentagramas, las notas, los silencios y me enseñó a desgranar acordes en el piano, en la guitarra, en el charango, me enseñó a tocar la caja, el bombo leguero, la flauta dulce, me enseñó las bondades de un raro instrumento llamado flauta melódica (una flauta "gorda" con teclas de piano), aprendimos juntas a ejecutar el pinkullo, y me ayudó en mi preparatoria para el Conservatorio Nacional.

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Esta enseñanza no sonaría rara, si se hubiese realizado en una gran ciudad, pero en este caso las clases se desenvolvían en un aula de un colegio ubicado en el corazón de la pampa húmeda, plena zona rural, a donde concurríamos, en su mayoría hijas de gente del campo y donde había dos pianos y un tercero que en su época fué una pianola y adaptado a piano por alguna mano hábil. En una biblioteca, se amontonaban los restantes instrumentos.

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En ese entorno pasaba sus días mi maestra de música, la Madre Fabiana.

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La Madre Fabiana, había nacido en España, con el nombre de Dolores Rodríguez. En España tenía a su familia a la que quería con locura, especialmente a su madre y su hermana. Hoy día quedan sus sobrinos y sobrinos nietos.

A su papá lo perdió muy pronto, y de él recordaba que le dijo: "Toma hija, con ésto te basta..." y le entregó un crucifijo. Seguramente habría de ser uno de los signos que la llevó a elegir su vocación religiosa.

Pasa su niñez e hizo el noviciado en su patria, y en 1933, con 22 años de edad, llega a Argentina, exactamente a la ciudad de Carmen de Areco, luego iría a Pergamino, pasa por Villa Cañás y en 1968, llega a Los Toldos, siendo ésta ciudad la que la adopta definitivamente.

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Se dedicó a la enseñanza de música, ya sea en clases de academia o bien como maestra en la materia, en la escuela primaria o secundaria.

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En las kermeses del colegio, abría las ventanas de su aula, que daban al patio del colegio, pegaba carteles, donde prolijamente había escrito los discos que poseía, y por una contribución económica, dedicaba temas musicales a quien uno quisiera, siempre y cuando su viejo equipo de sonido funcionase.

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También le gustaba poner la voz a textos que se grabaron, dedicados a los chicos de jardín de infantes, es un clásico su HAMMMMMMMMMMM con que el lobo feroz se comió a la abuelita de Caperucita Roja.

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La Madre Fabiana cumplió 100 años de edad en el mes de julio. Lo celebra con una misa, a la que asiste especialmente, un amigo en común el monje benedictino, venezolano, Roberto Peña Weir

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Luego en el salón de actos del colegio se hace la fiesta, donde dirige un pequeño discurso

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Apaga las velitas!!!

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. Con una ex alumna, ahora profesora nacional de danzas, baila una jota.

En el medio era conocida su aficción por la danza, y alguna vez le confesó a mi madre que de no haber sido religiosa, le hubiese gustado ser bailarina. Mi madre le preguntó y porque no lo hizo? y ella respondió "Y QUE HAGO CON ESTA NARIZ!!!!"

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Y como dije al comienzo, la vida tiene una de cal y una de arena, luego de haber celebrado sus cien años, en el mes de agosto, una afección a los bronquios le dijo basta a su extensa vida, y mansamente partió, dejando en la pampa argentina su corazón español.

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Me queda el saborcito del recuerdo en mi corazón y su enseñanza de vida.