La muestra consistió en una réplica del cuerpo del artista francés, realizada en chocolate en uno de los hoteles mas lujosos de la ciudad, presentada ante el público en una especie de altar, forrado en papel aluminio.
La obra: cuerpo-arte, es un exponente en su máxima expresión del arte esfímero.
Los espectadores-comensales, entre los que se contaba a Marta Minujin, se abalanzaron sobre la réplica de Moriceau, para devorarla en una curiosa escena, entre erótica y caníbal.
Mientras los espectadores-comensales degustaban una oreja, un codo, o un pié, Moriceau explicó que el arte de saborear diferente, se presenta como "una experiencia sensorial que pretende activar una reflexión acerca de la relación con el otro, y la inconstancia y diseminación del cuerpo".
Moriceau quiere cerrar un círculo en el sentido que así como los grandes chefs llegan al arte desde la cocina, los artistas pueden alcanzar lo culinario desde el arte.
Como cierre, se regaló a los asistentes unos chupetines de sabores varios que reproducían el torso del artista; souvenirs de una experiencia artística que se presenta como una nueva clase de contacto entre la obra y el espectador. La tradicional relación basada en lo visual y, algunas veces, en lo auditivo, ahora permite una nueva experiencia a partir del gusto. Lo más sorprendente de la obra de Moriceau no permanecerá sólo en la retina del espectador sino también en su paladar.
2 comentarios:
Mhmmmm... delicioso post!! ;)
Lástima que me hubiera agarrado un ataque al hígado madre!!! Jaja... chisteee...
Me encantan tus entradas, ¿te lo dije?...
Besitos patagónicosss...
Uy! que ricooo, me hubiera gustado haber estado ahi. Me parece una forma de expresion muy interesante.
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